Ave que se encontraría en los siglos XIX y mediados del siglo XX en la zona Norte y de
Granada, Cazorla y Andalucía.
Extinguida en la sierra de Cazorla en 1.986.
En la zona Norte de Granada, podría anidar en las Sierra
de Marmolance, dada su orografía con grandes paredes verticales.
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pego de la página
El quebrantahuesos (Gypaetus
barbatus) fue un ave muy común en casi toda Andalucía hasta
finales del siglo XIX. Mermada drásticamente su población a causa del uso de
cebos envenenados, el furtivismo y el expolio de nidos, el quebrantahuesos
halló su último refugio en las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas (Jaén).
El último ejemplar dejó de avistarse en 1986. Con ello, los quebrantahuesos
ibéricos quedaron relegados al Pirineo, donde han permanecido
encastillados hasta hoy.
En Europa, junto a la población pirenaica y algunas
parejas aisladas en las islas de Córcega y Creta,
sólo existe una población de quebrantahuesos en la cordillera
alpina, fruto de un ambicioso proyecto internacional de
reintroducción iniciado a principios de los 70 y basado en la liberación y cría
campestre de ejemplares nacidos en cautividad.
Incluida en el anexo I de la Directiva Aves (79/409/CEE),
en la actualidad, el principal problema de conservación de la especie radica en
la falta de conexión entre poblaciones.
Coto y
pego.
Quebrantahuesos: En los años 80 apenas si quedaban algunos reductos de
Quebrantahuesos en Europa, y la población pirenaica sería la única que, gracias
a las medidas de conservación desarrolladas, demostró ser viable.
El último de los quebrantahuesos andaluces desapareció de la sierra
de Cazorla a finales de 1986, año en que fueron declaradas estas sierras como
Parque Natural por la Junta de Andalucía. Ese mismo año se comenzó a trabajar
en la reintroducción del quebrantahuesos, siempre siguiendo las recomendaciones
de la UICN (The World Conservation Union): estudios de viabilidad,
sensibilización social, control de amenazas.
Corto y
pego
El quebrantahuesos (Gypaetus barbatus) es un
ave rapaz carroñera de gran tamaño que anida en los cortados rocosos de las
grandes cadenas montañosas, particularmente macizos calizos o dolomíticos.
Su
nombre científico dice mucho de sus características físicas: Gyp- buitre,
-aetus águila y barbatus, con barba. Es decir, es un buitre por su alimentación
carroñera y un águila en lo que se refiere a su silueta y técnica de vuelo. Con
casi 3 metros de envergadura y hasta 8
kilos de peso, su perfil en vuelo se caracteriza por sus alas
estrechas y su larga cola terminada en forma de rombo. Respecto al plumaje, muy
oscuro en la etapa juvenil, se aclara con las sucesivas mudas, hasta alcanzar
el diseño con dorso y alas color pizarra y cabeza y partes inferiores
blanco-rojizas en su etapa adulta. Su principal rasgo diferenciador es un
peculiar antifaz negro que termina en la parte inferior del pico en unas barbas
y sobre el que destaca el rojo intenso del anillo esclerótico que rodea sus
ojos.
El
quebrantahuesos es la única ave osteófaga del planeta, es decir, la única
que se alimenta casi exclusivamente de huesos, principalmente de ungulados,
tanto silvestres como domésticos, aunque también aprovecha cadáveres enteros de
pequeños animales. Puede llegar a tragar trozos de hasta 20 cm que digiere
gracias a su potente estómago. Cuando no puede tragarlos, los coge con sus
garras y los lanza desde gran altura en zonas pedregosas llamadas “rompederos”. Verle
acarrear esqueletos de animales un lugar a otro alimentó durante siglos una leyenda
negra según la cual el quebrantahuesos atacaba a quienes se atrevían a
adentrarse en las montañas